El río fluía desde su nacimiento hasta quién sabe dónde, mientras él mantenía sus pies descalzos en contacto con el agua fría, translúcida, que nunca se detiene, cuyo murmullo parecía pedirle una melodía más en las notas de su armónica, que permanecía en sus manos esperando ser despertada por esos labios de músico fiel.
Aquel lugar transmitía paz, serenidad, tranquilidad, por ello era su predilecto entre tantos. Ningún recóndito rincón había contado sus lágrimas más que la tierra húmeda en la cual se encontraba.
El joven era un artista que había aprendido a transformar su silencio en voces mágicas que solo él podía descifrar, pero aún así, una sensación extraordinaria me envolvía al escuchar su canto escondido en belleza natural, invisible a los ojos ignorantes que acostumbraban a buscarle.
Llevaba días sin tocar su instrumento, no sabía por qué, mas continuaba acudiendo junto al río, tal vez esperando que éste se llevara consigo el olvido de sus lágrimas amargas, que empapaban de dolor su alma de ganador sin trofeos materiales.
Yo estaba allí, tras él, como cada mañana al salir el sol, como cada despertar temprano que me invitaba a ir en su busca, como él y su armónica, que ahora callaba aguardando a que sus manos la devolvieran de nuevo a la vida, y guiaran sus notas por la melodía infinita que solía silenciar con una frase llena de melancolía, reservada para ese momento.
- No sabes quién soy, no conoces mis intenciones, ni los motivos que me hacen levantar al alba para oir tu eterna canción... ¿Y qué? No importa, da igual mi presencia, pero toca, por favor, sigue cantando, no detengas los sonidos que me invitan a soñar cosas maravillosas, a veces, que nunca pudiera haber imaginado. Toca, porque ya he admitido y comprobado mi adicción a ti, a tu armónica, a la melodía infinita que describe tu silencio. Toca otra vez, por favor.
Él me miró sin expresión alguna en el rostro, durante unos instantes, antes de esbozar media sonrisa y unir sus labios al instrumento que ambos queríamos oir. Me senté a su vera, y escuché atenta cada nota que me dedicó aquel día y todos los que le precedieron.
Todavía sigo acudiendo a la llamada del alba, para deleitarme con el sonido de su armónica, sin saber su nombre, edad, desconociendo por completo el timbre de su voz...
Aquel lugar transmitía paz, serenidad, tranquilidad, por ello era su predilecto entre tantos. Ningún recóndito rincón había contado sus lágrimas más que la tierra húmeda en la cual se encontraba.
El joven era un artista que había aprendido a transformar su silencio en voces mágicas que solo él podía descifrar, pero aún así, una sensación extraordinaria me envolvía al escuchar su canto escondido en belleza natural, invisible a los ojos ignorantes que acostumbraban a buscarle.
Llevaba días sin tocar su instrumento, no sabía por qué, mas continuaba acudiendo junto al río, tal vez esperando que éste se llevara consigo el olvido de sus lágrimas amargas, que empapaban de dolor su alma de ganador sin trofeos materiales.
Yo estaba allí, tras él, como cada mañana al salir el sol, como cada despertar temprano que me invitaba a ir en su busca, como él y su armónica, que ahora callaba aguardando a que sus manos la devolvieran de nuevo a la vida, y guiaran sus notas por la melodía infinita que solía silenciar con una frase llena de melancolía, reservada para ese momento.
- No sabes quién soy, no conoces mis intenciones, ni los motivos que me hacen levantar al alba para oir tu eterna canción... ¿Y qué? No importa, da igual mi presencia, pero toca, por favor, sigue cantando, no detengas los sonidos que me invitan a soñar cosas maravillosas, a veces, que nunca pudiera haber imaginado. Toca, porque ya he admitido y comprobado mi adicción a ti, a tu armónica, a la melodía infinita que describe tu silencio. Toca otra vez, por favor.
Él me miró sin expresión alguna en el rostro, durante unos instantes, antes de esbozar media sonrisa y unir sus labios al instrumento que ambos queríamos oir. Me senté a su vera, y escuché atenta cada nota que me dedicó aquel día y todos los que le precedieron.
Todavía sigo acudiendo a la llamada del alba, para deleitarme con el sonido de su armónica, sin saber su nombre, edad, desconociendo por completo el timbre de su voz...
Comentarios
Me deja pensando.Quizás alguien especial que lleva en su pensamiento.
Bueno,ya me enteraré. Mientras tanto, te envió un abrazo
ojala se me pegara algo de tu forma de escribir...
toy triste prk la verdad cadavez ns vems mens y yo apenas tengo tiempo de nada la verdad.
que asco
cada vez me sorprendes mas jajajaa
un beso wapisima
Un profundo abrazo y seguiré alunizando.
Aníbal
sciorra52@gmail.com
http://sciorra.blogspot.com/
http://lamaqdeescribir.blogspot.com/
Tkm guapísima!!!
Te xero!
Un beso.
Sólo me descolocó un poco en el primer párrafo un momento que cambias al verbo presente.
Por lo demás... que siga tocando.
Una sonrisa.
PD: Hacía tiempo que no nos veíamos.
Ánimo. Este mundo tan "materialista" necesita de personitas como tú.
Un texto verdaderamente precioso,sigo diciendo que tienes un don en la forma de expresar los sentimientos.Es mas,por un momento creí que yo era la chica,y escuchaba al chico todas las mañanas.
Si te soy sincero,a mi tambien me gustaria despertar cada mañana y escuchar el sonido de la musica de tu voz,pero bueno!supongo que para eso tendre que esperar un poco(snif snif).
POSDATA:Por muy bonita que sea esta poesía...lo siento,¡pues ninguna alcanza la belleza que tienes tu!¡¡TE AMO PRECIOSA!!
Un abrazo.
Un besote!!
Alber.
- Norman