Una pareja de jóvenes se había reunido bajo la Cruz de la Cerrajería, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla y, sentada, bebía, reía y conversaba discretamente.
Sólo les vimos tras las rejas de la base que sostenía el monumento. Él llevaba un pendiente en la oreja izquierda, el cabello oscuro, corto, y hablaba con la delicadeza de quien, enamorado, intenta mantener el encanto de una conversación para ellos mágica. Ella, también morena, con el pelo liso y largo, reía cuidando que ésta fuera suficiente; en volumen, duración y entonación había una armonía que sólo se consigue con los nervios de las primeras citas, esas que nos hacen querer suavizar y resaltar, a la vez, nuestros encantos.
Estimé entonces que no llevarían más de un mes y medio saliendo juntos. Les dibujé con la mente miradas capaces de tocar al otro, que se aferraban a los ojos por temor a la posibilidad de intimidar a tan grata compañía.
Caminábamos ya por el Callejón del Agua, para salir del encanto permanente de las calles del Barrio de Santa Cruz.
David, que respiraba conmigo la magia de aquella noche, me preguntó qué podía decirle de la pareja que habíamos visto en la Plaza de Santa Cruz. Con sinceridad, le expliqué la imagen que mi mente se había formado tras ver a la pareja, antes descrita.
Él, con una sonrisa, me confesó después su versión de la imagen: "a ver, eran un chico y una chica; la chica a la izquierda del chico. Eran morenos. El chico estaba abriendo con una navaja un paquete de esos en los que se vende la botella de alcohol junto con el refresco; concretamente, era ron y refresco de cola. Llevaban vasos de tubo (cubata) pero en cambio no tenían hielo, por lo que les iba a costar más beber. La chica, a su izquierda, tenía un bote verde de patatas fritas sabor cebolla, aunque en ese momento no estaban comiendo ninguna."
Reí. ¿Cómo podían diferir tanto dos definiciones que pretendían describir la misma escena? Extraño, curioso, pero hermoso.
Entonces aprendí algo: quizás estemos mirando en la misma dirección y, sin embargo, no veremos el mismo camino.
Comentarios
Empezaría con un "siento la asuencia y demora...", pero eso sería repetirme. Estuve de vacaciones con mi chico y mi familia, así que este agosto casi no he tocado el ordenador. Ahora que ya se normaliza la situación, volveré a las andadas.
¡Espero que hayan pasado unas bonitas vacaciones y que disfruten de lo que quede!
Un besito.
Tu relato es de una ternura como sólo tú acostumbras a mostrar. De un lado tu mirada soñadora, indulgente, la que da el amor; del otro, la mirada realista que ve en esos jóvenes una relación espontánea cuyo protócolo son compartir cubatas y besos.
Hay quien mira el bosque, cierra los ojos y aspira hondo, intentando llevarse toda la frescura y el perfume de la Naturaleza; otros sólo ven la leña que podía sacars. Es cuestión del estado emocional en que el observador se encuentre.
Un beso, guapa.
un abrazo
Como siempre, sin palabras!!
Un saludo^^
Intuyo esas miradas en la misma dirección pero con diferente resultado xD
He actualizado mi blog con un relato diferente (:
Tu relato es de una calidad inmejorable.
Tu descripción de la pareja me ha dejado sumida entre ambos como si pudiera oírlos y sentir sus inquietudes en mi propio ser.
La moraleja, sí podemos mirar en la misma dirección pero ver diferentes caminos, pero es cierto que las mujeres, por regla general, vemos la esencia de las cosas y los hombres el materialismo de las mismas. Es muy común que esto pase entre los puntos de vista masculinos y femeninos. Pero también hay excepciones que confirman la regla.
Un beso, preciosa y bienvenida. Te espero por mi blog donde siempre me encanta encontrarte.
=))
Un beso
¡Gracias por compartir conmigo esos momentos en los que te inspiras y escribes!
¡Besitos!