Ir al contenido principal

Nosotros

Texto y fotografía por
María Beltrán Catalán (LadyLuna)
Somos nosotros, hogar. Levantarme contigo y que nuestros besos no paren, hasta que te pierdas en la lejanía del camino que te lleva al trabajo. Es tu regreso, que haga ruido, que yo sea la primera en abrir. En verte. Luego tú me miras, me besas y nos abrazamos. Es casa, ese sitio seguro de los juegos infantiles, donde nada malo puede tocarte, donde es imposible perder. Eres tú, soy yo. Somos nosotros. Es una distancia a nuestra medida, que no existe. Es el amor haciéndose cada día en nosotros, cada noche. Es una serie infinita en el sofá tarareada, con algún bostezo y algunas risas, con mucho cariño. Son recuerdos creándose. Son experiencias viviéndose, sueños compartidos para mañana, para pasado, para el otro. Somos nosotros cada día, cada noche. Hogar. Dentro y fuera, allí y aquí. Siempre nosotros.

Comentarios

Toñi ha dicho que…
¡¡¡que reflejo de amor tan bonito!!! amar y ser amado, encontrar tu otra mitad que te hace plena. Disfruta cada momento haciendo resaltar lo que es realmente importante en tu vida.
Venimos al mundo con la tarea de amar todo aquello que nos rodea y si está en tu destino, compartirlo con esa persona que te hace una. La vida pasa como una ráfaga de viento, aprovéchala, SE FELIZ, HAZ FELIZ ...
TKM
Sami Sopca ha dicho que…
Gran expresión del amor entre dos personas, dos personas que son una, compartiendo el día, queriéndose, amándose, respetándose en la paz del hogar y fuera el el.
Muchas felicidades por compartir tu amor en estas palabras tan preciosas.

Te quiero

Entradas populares de este blog

Demetrio, un sapito agradable

¡Hola! Hoy os voy a contar una historia bastante curiosa sobre un sapito llamado Demetrio. Demetrio era muy grande, verde y con manchitas más oscuras en su piel. Tenía unos enormes ojos, aunque siempre estaban cansados y los párpados quedaban a mitad de sus pupilas casi. Su boca era grande, muy grande, y sus patas, cuando se estiraba, larguísimas. Había salido a pasear por el parque cuando un niño pequeño le vio. Entonces, corrió hacia él, alejándose de su padre, para darle un beso fugaz y volver a los brazos de quien había abandonado por un instante. Sus mejillas se hicieron redonditas. Os estaréis preguntando ¿No se puso colorado? Pues no; le crecieron las mejillas. Sí. Cosas de sapos. Resulta que esa mañana yo también había salido a dar una vuelta por el mismo sitio que él, y me lo encontré echado en un banco, suspirando. Se me ocurrió pensar que igual se sentía triste, así que le saludé. -Hola señor sapo. -Hola señora humana. -Puede llamarme Toñi. -Demetrio. -¿Por

La fuente y sus historias

-No puedo describir con palabras las sensaciones que vivo cuando vengo aquí. Los tiempos, la gente, las calles... todo ha cambiado -dijo el anciano, saboreando un aire de nostalgia al respirar profundamente. -¿Por qué sonríes, pues? La Font de Dins, Onda (Castellón) -Esa fuente, la Font de Dins. Las risas, las bromas, todo sigue ahí, con ella. ¿No es fantástico saber que hace ochenta años alguien veía lo mismo que tú ves ahora? Puedes imaginar la historia que quieras; es posible que encierre alguna realidad. -Al hablar, parecía estar en otro mundo, en otra época, en otros ojos, ¡quién sabe dónde! -Por ejemplo... ese trío de ancianos de aquella mesa, que beben y charlan. Dos de ellos son primos y solían jugar a cubrir con sus manos los orificios de la fuente cuando alguien se disponía a beber, de manera que, cuando el sediento ya tenía un pie en la fuente, otro fuera y agachaba la cabeza, el agua salía con tanta fuerza de repente que perdía el equilibrio y caía al agua.

Mi Navidad

Apenas faltaban unas horas para la Noche Buena. Mis vecinos habían insistido en invitarme a las cenas con sus respectivas familias, para celebrarlo, pero yo hacía tiempo que no tenía nada por lo que brindar. Mi familia se había ido reduciendo cada año, pasando de ser veinte personas alrededor de la mesa, a verme completamente sola. Supongo que es normal; una anciana como yo, sin hijos ni nietos. La gente parece feliz, incluso quienes no lo son, lo fingen. Las calles se visten de luces de colores para recordarme que el mundo está de fiesta, que yo no estoy invitada a ella. Es triste. Aquella noche ni siquiera preparé la cena. Echaba de menos la sencillez de la que preparaba mi hermana; en paz descanse su alma. Me acosté, intentando mantener la mente alejada de los villancicos navideños. Al día siguiente me levanté, como siempre. Mientras desayunaba, pensé en el consumismo masivo de estos días festivos. La gente no se planteaba si creía o no en la historia de Jesús, en los Reyes Magos,