Ir al contenido principal

Mi filosofía (compartida en este nuevo año)

Sabía que estarías allí, en el lugar de siempre, sentado con aires de pobreza, sucio, harapiento y con la mirada cansada. Alguna tarde tocabas una flauta dulce de plástico con una maestría que me enamoraba y que la gente, sorda e ignorante, no apreciaba. Pero ya no te quedaba aire en los pulmones, aliento en el alma, fuerzas en el cuerpo, ganas de soñar.

Muchas veces te he mirado preguntándome el sentido de la Navidad para ti, para las personas que no se percatan siquiera de tu presencia, para mi. ¿Seguirías creyendo en la buena fe? ¿Habrías perdido la esperanza? ¿Cuántos años llevarías tirado en la calle cual periódico viejo? ¿Contarías los días como lo hacen los calendarios o no te importaba el tiempo, ni la vida?

Me acerqué a ti sin saber muy bien lo que estaba apunto de proponerte. Cuando llegué a tu lado saludé con un "hola" que respondiste con un asentimiento de cabeza. Tomé tus manos y te ayudé a levantarte. Creo que no escuché tu voz, te dejaste guiar por mis pasos jóvenes e inseguros a un piso no muy lejos de tu anterior ubicación. Parecías no fiarte de mis intenciones, pero subiste las escaleras y entraste en mi casa. Te despojé de tus ropas para lavarlas mientras te duchabas. Luego te di un traje limpio que pese a no ser de tu talla te dotaba de un aspecto completamente nuevo, como el año que acababa de empezar. Te invité a comer.

Todo sin mediar palabra.

Al caer la noche hiciste ademán de marcharte, pero te detuve. Dormirías en el sofá. Entonces te arrodillaste, besaste mis manos y murmuraste algo que no entendí.

Cuando desperté ya no estabas. No volví a verte. Pero aún conservo esa nota de papel en la que escribiste "La ringrazio, il mio angelo" (gracias, mi ángel).


Todos tenemos una estrella dentro de nosotros. Si nuestro Sol ya brilla, iluminemos las noches de los que aún pasan frío. El egoísmo no sirve de nada, lo que no demos (por poco que sea: una mirada amable, una sonrisa sincera, un abrazo, una moneda, un paseo, un silencio) se pierde para siempre. Esa es mi filosofía, la que hoy, un nuevo día de un nuevo año comparto con vosotros.

¡Feliz año 2010!

Comentarios

JUAN PAN GARCÍA ha dicho que…
Querida amiga, he sentido celos de esos indigente porque te ha besado las manos. Me apunto a ser mendigo en Sevilla para este año (siempre que pases por la misma calle donde yo esté sentado)
Lady luna, este texto dice qué maravillosa persona eres. Una chica joven que piensa así, en un mundo modelado de egoísmo, destaca sobre la multitud como las amapolas en el trigal, y es un lujoso privilegio para mí que esa persona sea mi amiga.
Un beso,amiga, y ojalá actuemos todos siempre de esa forma altruista que describes.
Feliz año para ti, que se cumplan esos sueños que te mantienen despierta.
Anónimo ha dicho que…
Que bonito... muchas veces con que poquita cosa se conforman los que no tienen nada, con una sola caricia y unas palabras de amor ya están recompensados.

Sevilla tiene un Angel por sus calles, sigue así, cuidandolos a todos y sobre todo a nuestro querido Xanti, que tiene una joya en ti.

Feliz año nuevo y ojalá que te entregue todo lo bonito que quieras, todo el amor que desprendes y el cariño que atesoras.

Besitos cielo

PD. Me encantó conocerte, aunque estaba un poco cortado al principio, luego fue muy agradable.

MUACH
Xanti ha dicho que…
El 31 me acordé de tí. No por la chorrada de que fuera fin de año si no por lo que me contaste, lo de que solías comprar comprar pan para los mendigos de Sierpes.
En los soportales que hay junto al bar de mi padre había tres franceses, dos chicos y una chica, y no se que nos dió a mi hermanastra y a mi que acabamos llevandoles un café y no se...me sentí muy bien, además me hablaban en francés y quedaba muy bonito jeje. No, en serio, no sabes la cara de esa mujer cuando vió el café, daría lo que fuera por volver a ver esa expresión en sus ojos.
El caso es que me acordé de ti muchisimo y esta entrada me lo ha recordado.

Feliz año, cielo, espero que este año que empieza sea maravilloso para ti, intentaré ayudar a que así sea.

Te quiero.
Anónimo ha dicho que…
Muy bonitas palabras. Si quereis empezar el año conociendo gente chula o quereis buscar/alquilar piso:

http://www.spainerasmus.com
Sese ha dicho que…
Ciertamente reconforta ser generoso, y más cuandos se agradecen los gestos. No siempre el regalo más caro es el hecho con más amor.

Un abrazo
Xevi CG ha dicho que…
Sería ideal que tu filosofía se contagiase a mucha gente, entonces estoy seguro que el 2010 sería un buen año.

No podemos cambiar el mundo entero, pero si podemos contribuir a que sea algo mejor.

Brindo por un año lleno de generosidad, paz y amor.

Besitos y un fuerte abrazo mimoso!

Xevixeis
Tu primo JM ha dicho que…
Tienes toda la razon del mundo, muchas veces incluso en el centro, he querido dar todo mi dienro a una pobre mujer, un dia fui para darle todo mi dinero, pero no estaba, ya se habia ido, aun sigo pensando en aquella cara llena de tristeza y angustia cuando me miro y yo la mire, pero lo que mas me dolio fue no poderla ver mas, para ayudarla, muchos besitos primita ^^
Spike ha dicho que…
Hola! me ha encantado esto que has escrito, es muy original. Es el primer comentario en este blog que hago! jeje bueno un besote ^^

Entradas populares de este blog

Demetrio, un sapito agradable

¡Hola! Hoy os voy a contar una historia bastante curiosa sobre un sapito llamado Demetrio. Demetrio era muy grande, verde y con manchitas más oscuras en su piel. Tenía unos enormes ojos, aunque siempre estaban cansados y los párpados quedaban a mitad de sus pupilas casi. Su boca era grande, muy grande, y sus patas, cuando se estiraba, larguísimas. Había salido a pasear por el parque cuando un niño pequeño le vio. Entonces, corrió hacia él, alejándose de su padre, para darle un beso fugaz y volver a los brazos de quien había abandonado por un instante. Sus mejillas se hicieron redonditas. Os estaréis preguntando ¿No se puso colorado? Pues no; le crecieron las mejillas. Sí. Cosas de sapos. Resulta que esa mañana yo también había salido a dar una vuelta por el mismo sitio que él, y me lo encontré echado en un banco, suspirando. Se me ocurrió pensar que igual se sentía triste, así que le saludé. -Hola señor sapo. -Hola señora humana. -Puede llamarme Toñi. -Demetrio. -¿Por

La fuente y sus historias

-No puedo describir con palabras las sensaciones que vivo cuando vengo aquí. Los tiempos, la gente, las calles... todo ha cambiado -dijo el anciano, saboreando un aire de nostalgia al respirar profundamente. -¿Por qué sonríes, pues? La Font de Dins, Onda (Castellón) -Esa fuente, la Font de Dins. Las risas, las bromas, todo sigue ahí, con ella. ¿No es fantástico saber que hace ochenta años alguien veía lo mismo que tú ves ahora? Puedes imaginar la historia que quieras; es posible que encierre alguna realidad. -Al hablar, parecía estar en otro mundo, en otra época, en otros ojos, ¡quién sabe dónde! -Por ejemplo... ese trío de ancianos de aquella mesa, que beben y charlan. Dos de ellos son primos y solían jugar a cubrir con sus manos los orificios de la fuente cuando alguien se disponía a beber, de manera que, cuando el sediento ya tenía un pie en la fuente, otro fuera y agachaba la cabeza, el agua salía con tanta fuerza de repente que perdía el equilibrio y caía al agua.

Mi Navidad

Apenas faltaban unas horas para la Noche Buena. Mis vecinos habían insistido en invitarme a las cenas con sus respectivas familias, para celebrarlo, pero yo hacía tiempo que no tenía nada por lo que brindar. Mi familia se había ido reduciendo cada año, pasando de ser veinte personas alrededor de la mesa, a verme completamente sola. Supongo que es normal; una anciana como yo, sin hijos ni nietos. La gente parece feliz, incluso quienes no lo son, lo fingen. Las calles se visten de luces de colores para recordarme que el mundo está de fiesta, que yo no estoy invitada a ella. Es triste. Aquella noche ni siquiera preparé la cena. Echaba de menos la sencillez de la que preparaba mi hermana; en paz descanse su alma. Me acosté, intentando mantener la mente alejada de los villancicos navideños. Al día siguiente me levanté, como siempre. Mientras desayunaba, pensé en el consumismo masivo de estos días festivos. La gente no se planteaba si creía o no en la historia de Jesús, en los Reyes Magos,