Se me había enganchado la rueda de la maleta en una grieta del suelo. Me había caído y, conmigo, las cosas que llevaba en el bolso abierto del que justo estaba sacando el billete de tren. La maleta enganchada por un lado, mi cartera por otro, el billete más allá. Y, de fondo, la voz que informaba que mi tren salía enseguida. Intenté sacar la maleta de la grieta, pero no había manera. De nuevo la voz apremiante. Fui a por mi cartera, perdiendo de vista en el proceso tanto la maleta como los billetes, y regresé lo más pronto que pude a por la maleta. La gente pasaba de largo ajena a mi angustia. Incluso aquel guarda, parado junto a mí, me miraba impasible. Recuerdo las ganas de llorar. Era el último tren y no tenía dinero para otro billete. Se me acababa el tiempo y no conseguía salir de allí. Y entonces apareció su mano. Tenía mi billete de tren y una voz dulce que preguntaba si podía ayudarme. Lo siguiente que recuerdo es estar en el tren camino a casa, profundamente agradec...
Un poco de todo, mucho de nada. ¡Esta también soy yo! Todos los derechos reservados.