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Mostrando entradas de noviembre 17, 2020

Y entonces apareció su mano

Se me había enganchado la rueda de la maleta en una grieta del suelo. Me había caído y, conmigo, las cosas que llevaba en el bolso abierto del que justo estaba sacando el billete de tren. La maleta enganchada por un lado, mi cartera por otro, el billete más allá. Y, de fondo, la voz que informaba que mi tren salía enseguida. Intenté sacar la maleta de la grieta, pero no había manera. De nuevo la voz apremiante. Fui a por mi cartera, perdiendo de vista en el proceso tanto la maleta como los billetes, y regresé lo más pronto que pude a por la maleta. La gente pasaba de largo ajena a mi angustia. Incluso aquel guarda, parado junto a mí, me miraba impasible.  Recuerdo las ganas de llorar. Era el último tren y no tenía dinero para otro billete. Se me acababa el tiempo y no conseguía salir de allí. Y entonces apareció su mano. Tenía mi billete de tren y una voz dulce que preguntaba si podía ayudarme.  Lo siguiente que recuerdo es estar en el tren camino a casa, profundamente agradecida y con

El hilo blanco

 Juan se hallaba en la oficina, trabajando, cuando dio un resoplido y se echó hacia atrás. Se fijó en un hilo situado suavemente sobre la mesa. Era blanco y parecía brillar con la tenue luz que se colaba por la ventana. Fantaseó con la procedencia de ese hilo. Pensó que, total, por qué no parar un momento.  Contempló con calma ese hilo. Pensó que tal vez se había desprendido de la blusa de Catalina, que con prisas se enganchó y no se detuvo a comprobar con qué consecuencias. Quizá pertenecía a uno de los pañuelos bordados de Fernando, que no se había cosido bien y no se había dado cuenta. ¿O podía ser de Julia? Juan contemplaba el hilo sumido en sus historias cuando escuchó a una compañera quejarse: se le había soltado el botón de la falda blanca y no tenía hilo para solucionarlo.  El hombre esbozó una media sonrisa. Necesitaba un hilo blanco y había justo uno sobre la mesa. Tomó el hilo blanco y se lo ofreció. A veces estamos tan apurados que no nos percatamos de los hilos que se van