Juan se hallaba en la oficina, trabajando, cuando dio un resoplido y se echó hacia atrás. Se fijó en un hilo situado suavemente sobre la mesa. Era blanco y parecía brillar con la tenue luz que se colaba por la ventana. Fantaseó con la procedencia de ese hilo. Pensó que, total, por qué no parar un momento.
Contempló con calma ese hilo. Pensó que tal vez se había desprendido de la blusa de Catalina, que con prisas se enganchó y no se detuvo a comprobar con qué consecuencias. Quizá pertenecía a uno de los pañuelos bordados de Fernando, que no se había cosido bien y no se había dado cuenta. ¿O podía ser de Julia?
Juan contemplaba el hilo sumido en sus historias cuando escuchó a una compañera quejarse: se le había soltado el botón de la falda blanca y no tenía hilo para solucionarlo.
El hombre esbozó una media sonrisa. Necesitaba un hilo blanco y había justo uno sobre la mesa. Tomó el hilo blanco y se lo ofreció.
A veces estamos tan apurados que no nos percatamos de los hilos que se van enganchando y perdiendo por el camino. Vamos demasiado estresados, incluso estando sentados, para darnos cuenta de que hay un hilo blanco sobre la mesa. Un hilo que reluce y que descansa sin más ahí, frente a nosotros.
A toda velocidad olvidamos, también, que corriendo podemos dejar atrás relaciones, metas y objetos importantes. Al final, corremos hacia ninguna parte sin saber que, en realidad, todos huimos de algo y no siempre sabemos de qué... Pero, ¿y si nos detuviéramos un momento?
Quizá haya llegado el momento de hacerlo. Sentarse, mirarse, respirar profundo. Observar qué sentimos en ese momento, qué pensamos, qué queremos, en el fondo de nuestro corazón, hacer.
A lo mejor todo está confuso al principio. Tal vez siga nublado después de un tiempo... hasta que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestros sentimientos se den un respiro a la vez. Es ahí, en la calma y serenidad, donde las cosas se ven diferentes. Donde podemos ver, como Juan, el hilo sobre la mesa.
Comentarios
Me ha encanado tu relato, es precioso y comunica muchas cosas importartes.
Como siempre maravilloso tu toque a la cordura.
TKM
-A Sami Sopca: muchas gracias por tus amables palabras, Sami. Me alegro de que te haya gustado mi relato y que te haya invitado a reflexionar sobre cosas importantes. Me ha encantado, de hecho, tu reflexión. Qué importante es detenernos un momento para saborear la vida, sin más. ¡Un abrazo y gracias por tu comentario!
-A Toñi: muchas gracias por tus generosas y bonitas palabras, mami. Me hace ilusión que te haya resultado un "maravilloso toque a la cordura". A la pausa frente a la prisa, a conectar con el mundo, las personas y la vida frente al aislamiento. Te quiero mucho, mami.
¡Gracias por tomaros el tiempo de comentar!