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Mostrando entradas de febrero 7, 2008

La Armónica del Alba.

El río fluía desde su nacimiento hasta quién sabe dónde, mientras él mantenía sus pies descalzos en contacto con el agua fría, translúcida, que nunca se detiene, cuyo murmullo parecía pedirle una melodía más en las notas de su armónica, que permanecía en sus manos esperando ser despertada por esos labios de músico fiel. Aquel lugar transmitía paz, serenidad, tranquilidad, por ello era su predilecto entre tantos. Ningún recóndito rincón había contado sus lágrimas más que la tierra húmeda en la cual se encontraba. El joven era un artista que había aprendido a transformar su silencio en voces mágicas que solo él podía descifrar, pero aún así, una sensación extraordinaria me envolvía al escuchar su canto escondido en belleza natural, invisible a los ojos ignorantes que acostumbraban a buscarle. Llevaba días sin tocar su instrumento, no sabía por qué, mas continuaba acudiendo junto al río, tal vez esperando que éste se llevara consigo el olvido de sus lágrimas amargas, que empapaban de dolo