Érase una vez un payaso que, tras divertir con su presencia a los niños en un parque sin pedir nada a cambio, tomó asiento en un banco, suspiró y una lágrima manó de sus ojos tristes descendiendo hasta sus labios pintados. Ella estaba allí, observándole con atención y curiosidad desde lejos. Dudó antes de acercarse a él, sentarse a su lado sin mediar palabra, y pensar... Los payasos también son humanos, se caen y necesitan lo que ofrecen, pero ¿quién hace reír a la sonrisa que llora cuando nadie la ve? Él se giró para mirar a la joven que le acompañaba, que alzó una mano, le quitó la nariz roja postiza para colocarla en la suya, y dijo: "ahora me toca a mí." Y es que las personas somos seres débiles, todos necesitamos un payaso en nuestras vidas que nos haga olvidar los problemas que atormentan nuestra calma y bienestar. Pero ellos también. Ellos también son humanos, también tienen problemas, se caen, se levantan y, por supuesto, también necesitan un rostro sonriente que les ...
Un poco de todo, mucho de nada. ¡Esta también soy yo! Todos los derechos reservados.