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Mostrando entradas de abril 4, 2018

Invasores

Aquello nunca tuvo que haber ocurrido. Anser observaba con afecto el despliegue de alas de su hija, Ocarina, que escondía el extremo de su pico entre las plumas. Él formaba parte de los cuarenta gansos conquistadores y sentía orgullo al contemplar cómo se multiplicaba cada año su comunidad. Ya eran quinientos y pronto tendrían que buscar un espacio mayor. Una humana pequeña interrumpió los pensamientos de Anser con un ofrecimiento de comida. Era una especie amable. Jugaban juntos y alimentaban a los suyos. Además, limpiaban periódicamente su territorio. —¡Padre, deme un poco! —El graznido de Ocarina llegó a sus oídos como una dulce melodía. —Ni lo sueñes. —Anser aún tenía el pico lleno. Ambos pelearon, entre risas, por el trozo de pan hasta que él se lo comió. La madre, junto con el resto de hermanos, se bañaba en un lago que había al otro lado del puente. Anser y Ocarina se unieron a ellos.  —Es bonito vivir aquí. —Branta estiraba su cuello con la elegancia de un cisne.