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Mostrando entradas de marzo 10, 2013

Yo no puedo, ¡yo sí puedo!

            Érase una vez una clase que se impartía al aire libre, en un circuito cerrado donde había parque, selva, acantilados y un entorno parecido a la Antártida, con hielo y agua alrededor. Había en ella cinco estudiantes: un guepardo, una jirafa, una cigüeña y dos pingüinos. Sus nombres eran Gerardo, Jimena, Cinta, Pin y Quino respectivamente. Tenían una profesora llamada Niebla, que era una nube sonriente y muy entusiasta, y durante el curso le propuso a sus alumnos y alumnas una serie de pruebas que consistirían: la primera, en recorrer un sendero del parque; la segunda, coger una flor situada en la rama de un alto árbol de la selva; la tercera, cruzar un acantilado situado muy cerca de otro; y la cuarta, pescar en las aguas  situadas alrededor y bajo el hielo que simulaba la Antártida.             La primera prueba le resultó muy sencilla a Gerardo, el guepardo, quien corrió llegando así en primer lugar a la meta acordada por la profesora. La jirafa imitó a su compañe