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Mostrando entradas de febrero 8, 2009

Inventar un mundo.

Jamás se cansaría de contemplar su figura escultural danzando bajo la blanca lluvia que adornaba el escenario y embellecía la ciudad. David realizó el mismo recorrido desde la escuela hasta llegar al lugar de siempre, donde ella bailaba incansable ante los ojos de nadie, los ojos de él. Pasaron los minutos y el joven, alto, delgado, fuerte, de cortos cabellos y gran atractivo físico, se incorporó, dejando tras los arbustos la mochila que antes colgaba de su espalda, para preguntarle su nombre. Al pisar la nieve, el tiempo murió en un instante que provocó la inmovilidad de la chica, quien transformó su espectáculo en imagen de cristal. David se aproximó a la translúcida figura, repentinamente inerte. Dio vueltas en derredor de ella, embelesado, extrañado, sorprendido, anonadado. Sabía la enorme probabilidad que existía en que todo lo que había visto fuera un producto de su desbordante imaginación, pero no quiso marcharse, olvidarla sin más. Se preguntó, nuevamente, por el nombre de la