Ojalá pudiera colarme en tus sueños, o en tu imaginación. Convertirme un momento en la Nanami que te daba la ironía, la sencillez y el equilibrio. Me gustaría tanto sacarte de ese tormento como hacía Kiko conmigo. Te llevaría a mirar las hormigas, nos sentaríamos al lado de un gran hormiguero. Estaríamos allí, sin más, con la paz de ser, de existir como existen las flores. Se acabaron los ratones y sus juicios, el dolor y la incomprensión. La paz es calma, es cariño, es libertad. Nadie puede quitarnos eso, ni siquiera dentro de nuestra vieja y oxidada armadura. Por eso te lo pido: respira, sobrevive, sálvate como tantas veces has hecho antes. Y, luego, déjate remendar las heridas...
Un poco de todo, mucho de nada. ¡Esta también soy yo! Todos los derechos reservados.