Salgo al jardín y no hago más que verte, Duna. Cuando me levanto a desayunar miro tras la puerta de cristal donde siempre te ponías para acompañarnos y me duele que hoy esté vacío ese espacio de vida que nos regalabas para empezar el día. Me voy a clase, y extraño las caricias que me pedías antes de cerrar la puerta, la mirada de cariño, esa que habla por sí sola. Regreso y me parte el alma que no me recibas como sólo tú sabías hacer, con ese amor desinteresado, ese que nunca pide nada y sin embargo lo da todo.
Almuerzo y lloro. Sigues sin estar ahí, tras el cristal de la puerta del porche, sin esperarme, sin mirarme, sin estar ahí acompañándome desde el otro lado. Llega la tarde y saber que no puedo ir a pasear contigo hace que mi mundo se derrumbe en mil pedazos.
Ceno. Todos te echamos de menos. Extraño darte el bocadillo que siempre te preparaba mi madre y que tanto disfrutabas. También oír la puerta en señal de que mi padre había salido a darte cenar o a sacarte al parque de atrás. En cualquier sonido, imagen o momento siempre estás tú.
Me acuesto. No puedo controlar las lágrimas que piden a gritos oír tus pasos por la ventana, o sencillamente, saber que estás ahí, que estás aquí.
Te echo tantísimo de menos, te extrañamos tanto, Duna, que ojalá supiera expresar mejor lo que siento, pero no puedo, por eso no te escribí antes. Te quiero Duna, y sé que tú también a nosotros, aunque tu amor siempre fue más grande.
Es lo que tienen los ángeles.
© María Beltrán Catalán
Comentarios
Te echo de menos Duna, te echo muchísimo de menos. Todos los que han llegado a compartir un solo momento contigo saben por qué. Gracias por haber existido en nuestras vidas, y gracias por todo aquello que ha hecho que sigas existiendo en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Por eso, querida María, te doy mi más sentido pésame desde el conocimiento de tu dolor. Comparto tus sentimientos, porque ellos son míos demasiadas veces ya. Sólo queda la esperanza de que en ese cielo, que los ángeles de cuatro patas tienen, con toda seguridad, algún día nos dejen entrar para poderlos abrazar de nuevo.
Un beso muy sentido.
Un beso
Supongo que servirá de poco, pero te envío un fuerte abrazo mimoso desde aquí!
Besos.