He soñado que era una taza.
Una taza alegre, cariñosa y traviesa.
Saltaba de mueble en mueble,
retando al universo, sillas y mesas.
Me creía invencible, poderosa,
hasta que un día me rompí.
Entonces necesité sus manos,
que me curarían o sería mi fin.
Volví a ser yo misma,
la alegre y traviesa taza.
Tal vez un poco más tranquila,
un poco más sabia.
Comentarios