¡Hola!
Hoy os voy a contar una historia bastante curiosa sobre un sapito llamado Demetrio.
Demetrio era muy grande, verde y con manchitas más oscuras en su piel. Tenía unos enormes ojos, aunque siempre estaban cansados y los párpados quedaban a mitad de sus pupilas casi. Su boca era grande, muy grande, y sus patas, cuando se estiraba, larguísimas.
Había salido a pasear por el parque cuando un niño pequeño le vio. Entonces, corrió hacia él, alejándose de su padre, para darle un beso fugaz y volver a los brazos de quien había abandonado por un instante. Sus mejillas se hicieron redonditas.
Os estaréis preguntando ¿No se puso colorado?
Pues no; le crecieron las mejillas.
Sí. Cosas de sapos.
Resulta que esa mañana yo también había salido a dar una vuelta por el mismo sitio que él, y me lo encontré echado en un banco, suspirando.
Se me ocurrió pensar que igual se sentía triste, así que le saludé.
-Hola señor sapo.
-Hola señora humana.
-Puede llamarme Toñi.
-Demetrio.
-¿Por qué está usted tan apesadumbrado en un día tan agradable como este?
-¿Es agradable porque hace sol?
Me quedé callada. No me esperaba esa respuesta.
-Sí. Se oyen las risas de los niños, la gente sale a pasear, se puede ver la puesta de sol, a la noche, las estrellas... se huelen mejor las flores y la hierba, se puede lucir casi cualquier vestido, se abren las terrazas de los bares y todo es más bonito. ¿No lo cree usted así?
-No.
-Pero, no lo entiendo...
-¿Alguna vez ha caminado bajo la lluvia durante mucho rato para ir a casa de alguien importante? No me refiero a un alcalde o un famoso, sino a un amigo, un primo, una pareja, un padre, una madre, un hermano. Bajo el sol es fácil salir a la calle, pero... ¿y bajo la lluvia?
¿Alguna vez alguien lo ha hecho por usted?
¿Alguna vez ha esperado con ganas que dejara de llover para salir a jugar, y cuando lo ha hecho, se ha impresionado con un arcoiris? ¿Se encontraba en ese momento con alguien especial para usted?
¿Alguna vez, señorita Toñi, se ha refugiado en un abrazo del ruido de una tormenta?
¿Alguna vez ha jugado bajo la lluvia, a cualquier cosa? Sí, quedando empapada, riendo porque sí.
¿Alguna vez ha besado a alguien mientras las gotas de agua se deslizaban por sus rostros?
¿Alguna vez ha tenido el paraguas abierto, lo ha tocado, y ha pensado que estaba tocando el cielo de ese momento con sus manos?
Esas preguntas me dejaron sin palabras.
-Los días no son agradables porque al clima le apetezca, sino porque uno así lo quiere.
-Entonces, ¿por qué no es feliz?
-¿Yo? Lo soy, querida, lo soy...
-No es cierto. Le he encontrado suspirando con la vista perdida en la nada...
-Porque hoy no es un día agradable para mí.
-¿Sería inmiscuirme demasiado en su vida si le pregunto la razón?
-Sí, pero no me importa. He venido a este lugar donde miles de recuerdos han renacido en mi mente, como fotografías que se guardan un álbum y no se vuelven a ver hasta que se decide hacer limpieza del baúl. Se inmortalizan momentos hermosos, con los que se reviven sentimientos llenos de esperanza, nostalgia y gratitud. Pero también aparecen aquellos que se habían decidido olvidar por cualquier razón. Algo que se hizo de lo que la persona en cuestión se arrepiente de haber hecho o de no haberlo llevado a cabo; o, simplemente, algo desagradable que ocurrió en su vida.
Toñi, al mirar viejas fotografías recordará muchas cosas, incluso aquellas que quiso olvidar.
-¿Se siente triste porque ha visto una foto?
-Menciona "una foto" como si no fuera más que papel impreso.
-No pretendía ofenderle.
-No lo ha hecho, pero permítame corregir su afirmación: es mucho más que eso, es un recuerdo.
-¿Se arrepiente de algo que hizo?
-Sí. Hace años.
-Pero eso está en el pasado, ahora vivimos en el presente.
-Somos lo que somos por lo que hemos vivido. No puedo olvidar de dónde vengo.
-Cada segundo que transcurre en nuestra vida son decisiones que tomamos, señor Demetrio. Si un minuto contiene 60 segundos, ¿cuántos habrá vivido usted? ¿cuántas decisiones habrá tomado? Los recuerdos se construyen a base de errores, de sorpresas, de aciertos, de incertidumbre, de encuentros, desencuentros, tristezas y alegrías... ¡igual que existen días soleados y de tormenta! Si en algo se equivocó, no debe culparse.
-Pero lastimé a Patricia, la ranita que me ha acompañado tantos años. Hace mucho que no sé de ella, y aún...
-Demetrio, ¿se disculpó usted?
-No lo suficiente.
-¿Ella le perdonó?
-Me dijo que sí.
-Entonces debería perdonarse a sí mismo. Si no cierra su paraguas, no podrá apreciar la luz del sol, ¿no cree? Tal vez ya no llueva ahí fuera.
El sapito dejó caer una lágrima por su verde piel.
-No tenga miedo de reír, de ser feliz. Quítese esa espina que no ha querido dejar de llevar consigo. Todos nos equivocamos, escribimos el final que no toca... pero para eso está el perdón, para tachar con una línea ese párrafo y reescribir algo nuevo, algo mejor.
El daño, si es grande, como el párrafo, no se olvida, pero eso no quiere decir que no tenga solución. Seguramente ella ya no piense en eso. No lo haga usted tampoco. Hay que aprender a perdonarnos a nosotros mismos, sólo así podremos disfrutar de días agradables como este, de momentos que también lo sean por la sencilla razón de que está vivo.
-Quizá tenga razón.
-Quizá.
-Gracias, Toñi.
-Oiga señor sapo, ¿le apetece columpiarse conmigo? -No me había dado cuenta de la repentina aparición del chiquillo que acababa de intervenir.
-¿Habla en serio?
La sonrisa del pequeño de antes, el que le había besado fugazmente, bastó como respuesta.
-Está bien.
Y así, el niño y el sapo se hicieron amigos. Demetrio volvió a reír, a divertirse. Había aprendido una importante lección aquella mañana, había aprendido a perdonarse a sí mismo.
Por mi parte, esbocé una sonrisa antes de marcharme. Yo también había aprendido algo muy importante: un día lluvioso también podía ser agradable.
Comentarios
¡He vuelto! Después de exámenes, trabajos y algún viaje, aquí vengo con un nuevo cuento... ¡y con ganas de volver a leeros!
Espero que hayáis disfrutado con Demetrio.
¡Un besito y hasta pronto!
Pues lo de siempre, supongo. Excelente narración con excelente trama y excelente moraleja, ¿no?
Me encantó, sencillamente *-*
Espero que sigas escribiendo como hasta ahora, porque de veras, adoro tu trabajo n.n"
¡Un beso!
Me encanta la forma que tienes de escribir, es como ... no sé explicarlo, pero me encantax)
Besos<3
Un cuento muy bonito con su moraleja y todo.¡Ya echaba en falta tus cuentos, Lady Luna!
Un beso, guapa.
Me encanta esta historia de este sapito, Demetrio, y, sobre todo, como Toñi le hace cambiar
Magnífico, sigue así.
Queda un poco rara la intevención del niño y que cuente la historia de una rana que no aparece pero aún así me encanto :D
Siempre es una delicia.
Besos.
En mi opinion, es muy ingenioso como has manejado a los personajes y como influye eso en como va cambiando lo que piensa el lector en cada momento.
Gracias por hacer posible que lea cosas tan bonitas como esta.
¡Besitos cariño!
Un besito.
Ha sido precioso; tan simple y tan hondo, que llega a las entrañas.
Aún no había dejado mi comentario :P
Me ha parecido un cuento con reflexiones muy interesantes. Por eso pienso que tu blog es un tesoro, tus relatos son atemporales y al igual que un buen libro puedes recurrir a él cuando te hace falta inspiración, ánimo o simplemente ternura y amor, algo que no siempre encontramos de forma facil en nuestro día a día.
Besitos y un abrazo mimoso!^^
Xevixeis
Me ha gustado mucho tu cuento. Es tierno y aplicable a cada cual. ¿Quién no ha sido en algún momento Demetrio?
Muy bien estructurado y expresado con palabras sencillas pero llenas de profundidad y ternuta. ¡Estupendo!
Un besito y espero pronto la siguiente entrada. =))
Me encanta como escribes! :)
En mi blog he organizado un concurso de cuentos , ¿Te gustaría participar?
Nunca dejes de escribir.
Un saludo :D
Yo pienso que el pasado pisado, y el presente de frente que es lo que realmente tenemos.