Nota: Gracias a Philip y a Patricia (los artistas en la imagen) por permitirme hacerles partícipes de esta historia y de la fotografía.
Aún no había llegado el día de Navidad y en el ambiente ya se respiraba la festividad. Luces de colores adornaban los árboles, edificios y calles; el olor a castañas asadas impregnaba el aire, ya cargado de melodías invisibles tocadas por manos anónimas.
Lucía era una niña de apenas seis años e iba con su madre, Mercedes, dando un paseo por el centro de la ciudad. Mercedes recorría con la mirada los distintos escaparates, leyendo ofertas y valorando si eran o no apropiadas para ella. Lucía, por su parte, quedaba embelesada con el gran espectáculo que le ofrecía Sevilla con cada una de las actuaciones, llegando a detenerse frente a dos artistas diferentes.
Un hombre y una mujer, al son de la música que emitía una radio vieja situada junto a la pequeña tarima que elevaba a la mujer, actuaban con el encanto de quien siente lo que hace, de quien actúa pareciendo real. Ella creaba grandes pompas de jabón mientras él bailaba con una esfera del tamaño de la palma de su mano, una esfera que parecía una de esas pompas de jabón, aunque más pequeña; una esfera que se dejaba llevar por su magia.
Poco a poco, personas fueron situándose en derredor de la pareja para contemplar el espectáculo. Algunos echaban monedas en un sombrero de copa que habían colocado los artistas para ese fin. Y entonces, aprovechando un despiste de Mercedes, Lucía salió corriendo al mismo tiempo que otros dos niños para jugar con las pompas de jabón, para saltar, reírse, disfrutar de lleno y participando en un escenario que no era más que la calle.
Mercedes se asustó al no ver junto a ella a su hija, aunque tampoco le tranquilizó encontrarla jugando cerca de personas extrañas y con un nivel adquisitivo notablemente más bajo que el suyo; era peligroso, así que la llamó un par de veces sin que Lucía la escuchara. Fue uno de los padres de otro de los chicos quien le interrumpió:
−Deja que los chicos se diviertan.
La mujer aguardó un instante, en silencio, dudando. Finalmente, se dijo a sí misma que igual aquel hombre tenía razón.
Lucía regresó a su madre cuando los artistas decidieron hacer un descanso, igual que hicieron los otros chicos que habían estado jugando con ella.
Ambas prosiguieron su camino y fue ya en el hogar cuando Mercedes consideró oportuno hablar con Lucía.
−Cariño, antes… cuando te has ido a jugar –empezó– verás, deberías tener más cuidado. Estabas muy cerca de personas que no conoces.
Lucía miró a su madre y se encogió de hombros antes de responder.
−Bueno... pero tú también estabas muy cerca de personas que no conoces, ¿no?
Mercedes esbozó una cálida sonrisa, por un instante había olvidado lo inteligente que podía llegar a ser su hija.
−Pero la situación es diferente, mi alma.
−¿Por qué?
−Porque... –dudó– las personas que estaban a tu lado eran diferentes a las que se encontraban junto a mí.
−No lo entiendo, mamá. Eran personas desconocidas y ya está... yo me fui con los divertidos y tú te quedaste con los aburridos.
Dijo aquello con tanta naturalidad que Mercedes soltó una carcajada. Luego, quedó pensativa. Personas. Ni más, ni menos, sólo personas. Así era la mirada de su hija y así había sido la suya cuando tenía su edad.
−Tienes razón, cariño. Olvida lo que te he dicho ¿vale? Solo procura tener cuidado con las personas que no conoces, como te he dicho otra veces, ¿de acuerdo?
−Sí, mami.
Mercedes le dio las buenas noches, la cubrió bien con la manta y se alejó, apoyándose en el marco de la puerta mientras contemplaba a su hija.
Lucía le había dado, sin saberlo, una gran lección. A sus ojos no llegaba la evidencia de la clase social que separaba a los artistas de los espectadores, la presencia o ausencia de la dignidad de la labor que les daba el sustento necesario para sobrevivir al día a día. Lucía había visto, en esas dos personas, a dos personas sin etiquetas ni prejuicios sociales, dos personas igual de diferentes como las demás, como las pompas de jabón entre sí.
Mercedes sonrió. Su hija tenía una mirada tan limpia, que había contribuido a limpiar la suya también.
María Beltrán Catalán (LadyLuna).
PD: También podéis leer este cuento en la próxima revista de Cáritas D. de Sevilla.
Comentarios
¿Qué tal estáis? Espero que todos bien.
Escribí este cuento para Cáritas porque hace poco empecé a colaborar con el departamento que lleva este tema y me propusieron participar en la revista con uno de mis cuentos.
¡Espero que os guste!
Por otra parte, a partir de ahora voy a finalizar con mi nombre para que no haya confusiones; ¡bastantes veces me preguntan si soy yo quien escribe los relatos!
Me iré pasando poco a poco por vuestros rincones. ¡Gracias por vuestra paciencia!
¡Un abrazo!
¡Muchos besos!
¡Muchos besos!
Por cierto,gracias por pasarte por mi blog ^^
Un saludo.
Un beso,guapa, y feliz domingo
La verdad es que yo también estoy absorbida con la universidad, intentó aprovechar cualquier momentito que tengo para actualizar mi blog, para no dejarlo abandonado. Hoy lo he vuelto a actualizar con la crítica de Amanecer (que ya tocaba).
Bueno en cuanto al cuento me ha gustado mucho, y cuanta verdad hay, de pequeños no nos preocupamos por nada y de mayores empezamos a ver fantasmas por todos los rincones, es una pena la verdad.
Bueno, te dejo que tengo que entregar un trabajo esta noche y aún no lo he empezado (suerte que sólo son dos páginas).
Besos...
¡No te tardes mucho!
Gracias, María, por tus pompas de jabón. :-)
Que forma tan maravillosa de darle una gran lección a taaaaantisimas personas en este mundo!!
Me encanta Maria!! GENIAL! INCREIBLE. :D
He visto que habías subido relato y a pesar de que he dicho que me distanciaba de los blogs, tal y cual no he podido evitar comentar xD
El relato es genial, los prejuicios, caca. Ojalá hubiese más gente como tú, siempre te veo apoyando causas justas y eso mola mucho ^^
Suerte con lo de Caritas y que salga genial y... hasta pronto :D
Un beso! May R Ayamonte∞
Besos
Tu blog es bien interesante. Comencé a seguirte
Te invito a que pases por mi casa.
Un abrazo,
Luis Carlos
SAUDADES DA VOLTA
colordelamadera.blogspot.com
Te invito a que visites mi casa.
Un abrazo,
Luis Carlos
SAUDADES DA VOLTA
colordelamadera.blogspot.com
¡Un abrazo bien grande!