Ir al contenido principal

Y entonces apareció su mano

Se me había enganchado la rueda de la maleta en una grieta del suelo. Me había caído y, conmigo, las cosas que llevaba en el bolso abierto del que justo estaba sacando el billete de tren. La maleta enganchada por un lado, mi cartera por otro, el billete más allá. Y, de fondo, la voz que informaba que mi tren salía enseguida.

Intenté sacar la maleta de la grieta, pero no había manera. De nuevo la voz apremiante. Fui a por mi cartera, perdiendo de vista en el proceso tanto la maleta como los billetes, y regresé lo más pronto que pude a por la maleta. La gente pasaba de largo ajena a mi angustia. Incluso aquel guarda, parado junto a mí, me miraba impasible. 

Recuerdo las ganas de llorar. Era el último tren y no tenía dinero para otro billete. Se me acababa el tiempo y no conseguía salir de allí.

Y entonces apareció su mano. Tenía mi billete de tren y una voz dulce que preguntaba si podía ayudarme. 

Lo siguiente que recuerdo es estar en el tren camino a casa, profundamente agradecida y con el corazón lleno de amor.

En una estación, o un mundo, lleno de gente con prisa y sin vista, una persona capaz de vernos y tendernos una mano es una luz en la oscuridad. 

Agradezcamos esa luz. Seamos esa luz.


Comentarios

Toñi ha dicho que…
Gracias a Dios hay personas que están en el mundo ofreciendo su mano para aliviar la angustia de la gente.
Yo misma en esa situación no se como hubiera actuado, en ocasiones por timidez te frenas para acercarte a alguien y ofrecerle tu mano, me gustaría pensar que puedo llegar a ser una de esas personas. Nuevo toque de atención que nos da con tu maravilloso escrito

TKM
Jose A Cobos ha dicho que…
Eres de las pocas personas que seguía que continúa añadiendo entradas. mantente fuerte.

Enhorabuena, eres alguien grande.
María (LadyLuna) ha dicho que…
Os respondo, corazones:

-A Toñi: Toñi, ya eres una de esas personas.
Gracias por leerme y comentar siempre. ¡Me siento tan acompañada contigo!

-A Jose A Cobos: ¡gracias! ¡Igualmente!

¡Gracias por tomaros el tiempo de comentar!
Samuel Sopeña ha dicho que…
Precioso relato, en este mundo de locos, es difícil encontrar quien te tienda su mano pero no imposible

Entradas populares de este blog

Mi Navidad

Apenas faltaban unas horas para la Noche Buena. Mis vecinos habían insistido en invitarme a las cenas con sus respectivas familias, para celebrarlo, pero yo hacía tiempo que no tenía nada por lo que brindar. Mi familia se había ido reduciendo cada año, pasando de ser veinte personas alrededor de la mesa, a verme completamente sola. Supongo que es normal; una anciana como yo, sin hijos ni nietos. La gente parece feliz, incluso quienes no lo son, lo fingen. Las calles se visten de luces de colores para recordarme que el mundo está de fiesta, que yo no estoy invitada a ella. Es triste. Aquella noche ni siquiera preparé la cena. Echaba de menos la sencillez de la que preparaba mi hermana; en paz descanse su alma. Me acosté, intentando mantener la mente alejada de los villancicos navideños. Al día siguiente me levanté, como siempre. Mientras desayunaba, pensé en el consumismo masivo de estos días festivos. La gente no se planteaba si creía o no en la historia de Jesús, en los Reyes Magos,...

Demetrio, un sapito agradable

¡Hola! Hoy os voy a contar una historia bastante curiosa sobre un sapito llamado Demetrio. Demetrio era muy grande, verde y con manchitas más oscuras en su piel. Tenía unos enormes ojos, aunque siempre estaban cansados y los párpados quedaban a mitad de sus pupilas casi. Su boca era grande, muy grande, y sus patas, cuando se estiraba, larguísimas. Había salido a pasear por el parque cuando un niño pequeño le vio. Entonces, corrió hacia él, alejándose de su padre, para darle un beso fugaz y volver a los brazos de quien había abandonado por un instante. Sus mejillas se hicieron redonditas. Os estaréis preguntando ¿No se puso colorado? Pues no; le crecieron las mejillas. Sí. Cosas de sapos. Resulta que esa mañana yo también había salido a dar una vuelta por el mismo sitio que él, y me lo encontré echado en un banco, suspirando. Se me ocurrió pensar que igual se sentía triste, así que le saludé. -Hola señor sapo. -Hola señora humana. -Puede llamarme Toñi. -Demetrio. -¿Por...

La magia de prestar atención

El sol de media tarde acariciaba los cultivos que reposaban alrededor de la casa. Dos amigos, Víctor y Luis, picoteaban algunos frutos secos y, tras una larga conversación sobre asuntos laborales o desencuentros con otras personas, comentaban entre sí, ya más relajadamente: — ¿Viste los pájaros negros viniendo hacia aquí? En el agua estancada que ha dejado la lluvia de estas semanas, junto al camino. — No, no me he fijado  — respondió Luis apagando su quinto cigarrillo. —  Por cierto, ¿dónde está Rosaura? Siempre llega tarde. Rosaura iba en coche con Marisa, charlando sobre lo agradable de que, tras tres semanas de intensas borrascas, hubiera salido el sol. El estado de ánimo también era diferente cuando de días oscuros aparecían aquellos más luminosos. — ¡Para, para, para! ¡Mira! Marisa se asustó, frenó de manera algo brusca, y miró con desaprobación a su amiga. Ella, en cambio, no se percató de ello: miraba con la ilusión de un niño de cinco años a través de la ventana del v...