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Olvido desvestido

Me duele el olvido que asumo en quien desaparece. Si hay esperanza se vislumbra la duda: ¿me guardará en su memoria? Cuando es certeza, abrazo el descarte, como si apenas fuera un texto a lápiz que debe borrarse.

Una lección errática en la pizarra desgastada y una pregunta sincera: ¿Quién me recuerda? Como una tiza que con su palabra te cambia la vida y luego abandonas. El desgarro silencioso, cuando esta se desvanece en virutas de polvo que nadie más observa.

Más allá de la vaga cortesía, en lo profundo de la importancia, ¿acaso alguien me imagina? Tal vez haya alguien al otro lado de mi anhelo y me recuerde todavía...

Cuando no estoy siendo útil, cuando no hay un problema a resolver o una crisis que calmar, cuando no se me nota. Cuando sufro o necesito ayuda, cuando río, divago o sueño despierta. Cuando me aparto del rol que yo misma decidí asumir.

También yo he olvidado. El oleaje de la vida sentencia o perdona, según su justicia, las huellas del recuerdo en la orilla del tiempo.

La vida está aquí, ahora. Debo prestar mi atención, como si tomara nota y quisiera atesorar este momento. La vida está aquí, ahora, en lo que alcanzo a describir mientras sucede. 

A veces me despisto y me pasa desapercibido que hay belleza en la hoja que se desprende y en la hoja que brota. Olvido sin querer, y recuerdo observando, que la rama en sí misma, desnuda o vestida, también importa. La vida está aquí, la vida es ahora.

(Escrito por María Beltrán Catalán en noviembre de 2023; Fotografía por David G. Felis)

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